XXXVI.
Si fui amarga fue por la pena.
El capitán gritó, “Sálvese quien pueda”
y yo, sin pensarlo más, me lancé al agua,
como ávida nadadora
como si hubiera estado esperando ese momento,
el momento supremo de soledad
en que nada pesa
nada queda ya
sino el deseo impostergable de vivir;
me lancé al agua, es cierto, sin mirar atrás.
De mirar quizás no me lanzara
habría vacilado mirando tus grandes ojos tristes
siniestros remordimientos me hubieran impedido ya
saltar al espacio
tocar la fría humedad del aire
el nocturno relente
y caer
como recién nacida
en la flotante superficie del bote
donde todo habria de continuar,
no se sabe adónde.
Si hubiera mirado atrás,
tus grandes ojos tristes
la vela suspendida
los cabos sueltos
las cámaras anegadas
como los recuerdos salados del mar.
Si hubiera mirado atrás,
tus grandes ojos tristes,
la vela mística suspendida
los cabos sueltos
las cámaras anegadas
como los recuerdos salados del mar.
Si hubiera mirado atrás.
“Sálvese quien pueda” gritaba el capitán.
De haber mirado
de haber vuelto los ojos
como la mujer de Lot
ya no podría saltar
pertenecería al pasado
anclada entre las redes del barco, tu capitán, el moho de las sillas
los versos que consumíamos en las noches de vigilia,
tu pereza de saltar,
tu vergüenza de correr,
atrapada entre las hermosas lianas de los versos preferidos,
acaso no hubiera respirado más el aire salino
ni visto aparecer el sol:
era um caso de vida o muerte.
“Sálvese quien pueda”,
había gritado el capitán,
la vida era una hipótesis de salto,
quedarse, una muerte segura.
-- Cristina Peri Rossi
("bringing words together") poesia, crônica, fotografia, tradução//poetry, stories, photography, translation ///// /// ©miriamadelman2020 Unauthorized reproduction of material from this blog is expressly prohibited
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